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¿Alguna vez te has preguntado dónde se originan las arrugas, cuales son las principales causas de su aparición, o en qué capa de tu piel incide cada cosmético? Si quieres respuestas este post puede ser de tu interés.

Empezaremos con un dato importante, la piel es el órgano más grande del cuerpo. Sí, has leído bien, he aquí la importancia de cuidarla y protegerla ya que ella también lo hace por nosotros, pues una de sus principales funciones es protegernos contra amenazas como las bacterias, la temperatura y varias sustancias químicas.

Antes de analizar cada una de sus capas vamos a hacer un breve comentario sobre cada tipo de piel por si os puede ser de ayuda.

TIPOS DE PIEL
Una piel normal es aquella que tiene un equilibrio perfecto entre grasa y agua, Solo necesitaría limpieza (la textura que más os guste), tónico y un tratamiento hidratante para todo tipo de pieles.

Una piel mixta o grasa es una piel en la que se ha producido una alteración de una o varias glándulas sebáceas. En este caso los pasos serían: limpieza en profundidad con geles o jabones al agua específicos para pieles grasas, tonicidad (hay varias opciones donde elegir pero esto os lo explicaremos en otro post más adelante) y tratamientos libres de aceite. En cuanto al tratamiento hay mucho escepticismo sobre la no hidratación, nada más lejos de la realidad, una piel grasa debe estar siempre bien HIDRATADA ya que si solo aplicaramos productos matificantes sobre ella la resecaríamos y haríamos un efecto rebote, pues las glándulas sebáceas expulsarían más aceite para regular ese equilibrio del que hemos hablado antes.

Una piel seca es una piel carente de lípidos. Suele ser más fina y crea sensación de tirantez, causa por lo que acaban marcándose más las arrugas que en otros tipos de pieles. Si sufres de sequedad no te recomendamos aguas, mejor si eliges texturas leche, mousse, etc. De hecho, si tienes la piel seca te habrás dado cuenta de que normalmente te decantas más por productos más untuosos y densos que acuosos, ya que dan una sensación de mucho más confort que cualquier otro a este tipo de piel. Ahora bien, al igual que hemos explicado que una piel grasa siempre debe estar hidrata, también repuntamos que una piel seca NO es una piel deshidratada (esta es la principal creencia entre la población española) sino una piel donde la glándula sebácea no trabaja y que por lo tanto está falta de aceite, no de agua. Una piel seca se basa en la falta de lípidos y una piel deshidratada se basa en la falta de agua. Debemos especificar que, obviamente, cualquier tipo de piel puede sufrir deshidratación si no aportamos la cantidad de agua que necesita a través de nuestro tratamiento diario.

Y dicho esto, vamos con el análisis de cada una de las 3 capas de las que está compuesta nuestra piel:

EPIDERMIS

Esta es la más externa de las capas y está formada por células, los queranocitos y los melanocitos son dos de las más importantes, siendo éstos últimos los encargados de la producción de la melanina de nuestra cuerpo. La epidermis, a su vez, está formada por 4 capas (capa basal, estrato espinoso, estrato granuloso y capa córnea) siendo esta última (la más externa) la que contiene el PH de nuestra piel que se compone de agua y aceite y es, nada más y nada menos, que el encargado de protegerla y cuidarla de los múltiples factores externos que cada día amenazan con agredirla.

Es en esta capa donde las cremas inciden de mayor forma desplegando toda la eficacia de sus componentes.Dos puntos importantes a tratar en este apartado son los poros y las manchas.

En cuanto a los poros se trata de conductos con varias funciones ya que por ellos entran las diferentes toxinas que se encuentran a nuestro alrededor, pero también es mediante su conducto que nuestra piel las expulsa al exterior de noche mientras realiza su función detoxificante de forma natural mientras descansamos. Es el principal lugar donde se agolpan los residuos que vamos acumulando durante el día (también durante la noche aunque en menor medida), de ahí la obligación de limpiar nuestra piel cada mañana y cada noche antes de acostarnos. Si todo ese exceso de materia no se limpia se forma lo que conocemos como punto negro. La obstrucción y los daños causados por los rayos UV debilitan su estructura de soporte y estiran las paredes del poro haciendo que éste se abra, y aunque sucede de forma más acentuada en las pieles grasas todas las pieles acaban sufriéndolos en mayor o menor medida.

En cuanto a las manchas siempre recomendamos despigmentantes pero cuidado, junto a ella debéis utilizar una crema solar con factor de protección ya que si no lo hacéis y os poneis una crema con despigmentante estáis alterando los melanocitos creándoles una contradicción en su función habitual. Ojo, la crema solar se debe utilizar SIEMPRE y sin excepción de forma obligatoria (ya sabéis los claros inconvenientes que tiene no hacerlo para nuestra piel), pero con más razón todavía cuando os apliquéis una crema para tratar las manchas. Lo ideal es aplicar nuestra crema con activo despigmentante para calmar la hiperactividad de los melanocitos y acompañar (recordad, siempre como último paso) con un protector solar que evite que se dé de nuevo esa hiperactividad.
 

DERMIS

Esta capa contiene vasos sanguíneos y linfáticos, las glándulas sudoríparas, las glándulas sebáceas y los folículos pilosos. Es el soporte de la epidermis y sus principales células son los fibrocitos que, como bien indica su nombre, son fibras elásticas que están en continuo movimiento y cuando se vuelven rígidas se rompen y dan paso a las conocidas líneas de expresión. Debemos tratarlas con un producto adecuado ya que lo más importante es que mantengan una buena elasticidad. Y es aquí donde aparece uno de los protagonistas de la cosmética, el ÁCIDO HIALURÓNICO. Este principio aporta turgencia a nuestra piel y densifica mucho la dermis. Este humectante es el que aporta la hidratación necesaria a las células madre y recordemos que está en la dermis, la misma capa donde se encuentra gran parte de nuestra reserva de agua que forma el 70% de nuestro cuerpo.

Es en esta capa donde aparecen, por ejemplo, las estrías debido a que la piel carece de esa elasticidad de la que hablamos (no siempre se presentan necesariamente por cambios de peso o tamaño).

También se encuentran en la dermis la elastina y el colágeno, las principales proteínas encargadas de la flexibilidad y la firmeza de nuestra piel.


HIPODERMIS

En esta capa una de las principales células es el lipocito o adipocito. Su función es la de acumular grasa para convertirla en energía. Uno de los principales problemas que deriva de esta capa es la tan temida celulitis. Ésta se da por el aumento de los lipocitos y que acaban, de forma irremediable, presionando la dermis y la epidermis. Las principales causas son una mala alimentación, el sedentarismo, o incluso la genética aunque también se da por la pérdida de firmeza.

Y en cuanto a productos se refiere, es aquí, en la capa más interna de la piel, donde actúan los cosméticos con mayor peso molecular. De forma normal los sérums son uno de ellos, por eso es el primer paso a dar en nuestro ritual de belleza (siempre tras la limpieza y para empezar con el tratamiento), ya que penetra hasta la hipodermis y trata en profundidad y de raíz los principales problemas a los que vaya destinado. Y es aquí donde debemos enfatizar sobre la importancia de una buena hidratación de la hipodermis ya que si se carece de ella en esta capa de la piel da paso a que las células mueran, de manera que van definiendo líneas irregulares que acaban apareciendo en la dermis como líneas de expresión. Para evitar utilizar tratamientos antioxidantes antes de lo necesario debemos procurar tener una piel perfectamente hidratada, es la base de toda piel sana, ¡y sin arrugas por más tiempo!

Y hasta aquí por hoy. Esperamos que os haya servido nuestra introducción a este complejo mundo donde la piel es nuestra mayor aliada.
 

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